“El Gran” Alexander desintegra a Maidana

Noche de estreno. Marcos Maidana y Devon Alexander eran dos extraños en una nueva división que les examinaba por primera vez. Duelo de estilos en territorio comanche. El duro pegador contra el fino estilista. Un clásico. Una velada de Boxeo emocionante que se presumía igualada dada la categoría de los contendientes. Pero nada más lejos de la realidad, pues no existió ‘pelea’.

Sólo hubo un protagonista. Alexander venía con el aura de joven promesa desgastada, tras un pérfido 2011 que le arrojó una derrota ante Timothy Bradley (próximo rival de Manny Pacquiao) y una ‘endeble’ victoria ante Lucas Matthysse. Ahora otro alumno de la escuela argentina se cruzaba en su camino, siendo el ‘Chino’ Maidana uno de sus mayores exponentes.

Duro cañonero, aunque en sus últimas cuatro peleas sólo una fue concluida antes del tiempo reglamentario, trataba de probar suerte y constatar sensaciones en un lugar al norte de su reinado superligero. Las conclusiones no pudieron ser más claras y rotundas. Su director en el taburete también era su nuevo compañero en estas lindes, Cristian Rodríguez, que no supo guiar a su pupilo.

Como si se encontrase en el Triángulo de las Bermudas, Maidana fue borrado del cuadrilátero. El mejor Alexander hizo aparición el día más indicado para él, delante de su gente, para regresar a la primera línea del boxeo mundial. Velocidad, movilidad, tensión (su entrenador no paraba de pedirle calma), constancia y fuerza, mucha fuerza, que supo aplicar sobre su rival.

La victoria a los puntos se debe a que Maidana es tan duro dando como recibiendo golpes pues aunque Devon no destaque por su poder como anestesista, consiguió enviar suficientes buenas y precisas manos como para rendirlo a la lona. Prueba superada para el estadounidense que a sus 25 años, se coloca de nuevo y con más experiencia en la senda hacia lo más alto.

Maidana, tras este traspiés, debe replantearse su destino: seguir en la división en la que puede desarrollar todas sus habilidades o volver a intentar ampliar sus metas. En este caso, necesita mejorar su preparación táctica, ya que la falta de alternativas en su plan fue un lastre insalvable, demasiado unidireccional. No siempre gana el más fuerte, lo común, es que se imponga el más inteligente.

Huck no supera el frente ruso

El serbio Muamar Hucic, nacionalizado alemán y rebautizado como Marco Huck, efectuó el salto a la división pesada ante el campeón olímpico de esta categoría en 2004, el ruso Alexander Povetkin. Huck venía de cosechar un muy buen historial en la categoría de peso crucero y su ambición y la de sus promotores, no sé cual influyó más, le llevaron a aventurarse hacia la ruta que lleva a la cima más alta del boxeo.

El encuentro se asemejaba a un choque entre un buen sedán alemán y una locomotora del Transiberiano. Povetkin, con una ventaja de 9 kilos sobre su rival, es a día de hoy y tras el chasco de David Haye, el mayor reto que se puede presentar a los hermanos Klitschko, hoy caciques de los pesos pesados. Más allá no se encuentran hombres con posibilidades reales de victoria. Pero si algo tiene este deporte, es eso.

La imprevisión. Si la semana pasada vimos al todopoderoso Vitali tener que aplicarse más de lo esperado ante un irreverente y correoso Dereck Chisora, esta hemos asistido a un encuentro más igualado de lo imaginado. Tras un principio pausado que insinuaba un tranquilo peregrinar hacia una nueva victoria rusa, Huck empezó a proyectar diversas embestidas y combinaciones que afectaron a su rival.

No ayudó a Alexander una preparación física algo escasa, aparentemente, ya que desde la mitad de la pelea se le vio falto de continuidad en sus acciones y buscando el aire en cada momento de respiro que podía arañar. Utilizó de forma constante la técnica de agachar la cabeza a la altura de la cintura de su rival, terminando en agarre y posterior intervención arbitral.

Curiosamente el púgil local no supo anular esta acción y colaboró en embarrar una pelea que derivó en una constante de abrazos y poco boxeo. El frío ruso supo manejarse aún en los peores momentos y logró exhibir algunos de sus golpes más contudentes, anotándose por la mínima los asaltos necesarios para lograr la victoria. El ímpetu de Huck duró hasta el último segundo.

Victoria dividida y respiro para Povetkin en una fea actuación que desluce algo su figura. Marco Huck, por su parte, confirma lo buen boxeador que es y muestra un gran corazón para abordar grandes retos pero, siendo realistas, no representa nada revolucionario en una división dominada por gigantes de dura pegada. Siguiendo el ejemplo de Adamek, hay que ser concientes de nuestros límites.

Vitali Klitschko contento pero sin presumir

Tras la victoria obtenida el sábado en Alemania, la cara del triunfador no expresaba gran júbilo por su obtención. Parte de ello se entiende cuando ganar en el Boxeo se convierte en algo rutinario pero, también, cuando no se hace del modo deseado. Y es que nadie duda que Vitali Klitschko ansiaba concluir su trabajo antes del horario establecido. No era el único que así lo anhelaba.

El ‘macarra’ Dereck Chisora sobrevivió dignamente, mediante su buena movilidad, evitando el jab del ucraniano y respondiendo con alguna acometida rápida y furiosa, buscando un décimo ganador que le catapultase a lo más alto. Es de justicia reconocer que ha sido uno de los rivales que más difícil se lo a puesto al ‘Dr. Ironfist’, sorprendiéndolo por momentos con su osadía.

Terminó dando guerra en los minutos finales del combate y siguió fuera de él, encontrando otro personaje, paisano suyo, de similar integridad como es David Haye. Su trifulca en la rueda de prensa, lesionando a algunas personas que allí se encontraban, no merece mayor calificativo que vergüenza. Klitschko era testigo de la riña desde su butaca, aún meditando lo ocurrido sobre el ring.

En el encuentro con Chisora se le noto más lento, menos preciso a la hora de ‘hincar el diente’ sobre su rival, no tan ágil como en anteriores ocasiones, y es que sus 40 años de edad empiezan a notarse. Su historial recoge 46 peleas, diversas operaciones y varios parones que le han tenido apartado del circuito internacional. Aún así, es el mejor peso pesado de la actualidad.

De momento. Su próximo reto, si hacemos un mínimo de caso a los rumores, sería el británico Haye, el mismo que defraudó ante su hermano Wladimir con una actuación muy floja, lejos de la ofrecida por Chisora ante Vitali. Pero nadie negará, por historial y calidad, que Haye es superior a Chisora, por lo que un encuentro con Vitali, ahora, se presenta mucho más abierto que antes del sábado.

Si David Haye regresa en pos de reconstruir su orgullo fracturado tras su última pelea y se cree capaz de vencer a un Klitschko, puede ser un rival temible, quizás el único que pueda acabar con la hegemonía de los Hermanos. Si se produce este choque y Vitali no ofrece una versión más ‘rejuvenecida’ de si mismo, la coronación de un bocazas deslenguado con talento puede estar cerca.

Gabriel ‘Chico Robado’ Campillo

Un atraco más a Gabriel Campillo parece tan común como la oscuridad en la noche. Otra pelea favorable, rival superado, título en la mano y, entonces, hacen aparición las tarjetas manipuladas con total impunidad por unos títeres disfrazados de jueces. El favorito, Tavoris Cloud, empezó meteórico pero, quizás al verlo todo tan sencillo, se confió y fue a remolque el resto de la noche.

Dos caídas que le salieron caras al nuestro, al que lo único reprochable sea el no apurar más en los minutos finales. El vallecano le dio una clase de boxeo ibérico, como un profesor particular que se desplaza a casa de su alumno, solo que en este caso, además de no agradecido, marcha escaldado por hacer su trabajo. De La Hoya, Hopkins o Malignaggi mostraron su estupor por el resultado.

Otra vez un campeonato mundial se le resiste al ‘Chico Guapo’ por motivos extradeportivos. Parece una broma pesada. Da que pensar si, algo sucedido con tanta frecuencia, puede ser fruto de la mera casualidad. Los intereses económicos no pueden ni deben silencia al deporte, puesto que aquellos son consecuencia de este, y no al revés. Si no se respeta al deportista, esto se acaba.

Pero quedémonos con lo positivo. El cambio de aires ha sentado muy bien a Campillo. Esta versión ‘made in USA’ realizada con el Team Maravilla, ha supuesto un salto cualitativo exponencial para Gabriel. Un boxeador más duro, resistente, rocoso… una versión mejorada que le permite tener más cerca que nunca sus mayores sueños. Ahora, ladrones aparte, todo es posible.

Y es que estamos ante un púgil que ha ‘ganado’ todas sus peleas por el título mundial y que tiene en su haber una sola derrota real, la aplicada por el ucraniano Uzelkov en un lejano 2007. El resto, 3 derrotas y 1 nulo, fueron consecuencia de influencias externas contra las que no tuvo posibilidad de combatir. No me refiero a resultados polémicos o discutibles, no. Me refiero a robos.

¿Son conscientes del lugar que ocuparía de serle puntuadas correctamente sus peleas? Estamos ante uno de los mejores boxeadores de la historia de España, tomando en la actualidad el vacío dejado por el gran Javier Castillejo. Ahora saben su nombre en el circuito americano. No se puede mentir a la afición, que clama por una revancha. Esa será la definitiva. Esperemos.

Campillo, a bajar de la nube a Cloud

Difícil, pero no imposible. Hoy es un gran día para el boxeo español, tan olvidado y excluido, ya que uno de los nuestros puede alcanzar, de nuevo, el sueño de todo boxeador: ser campeón mundial. Pero a la cima sólo llegan unos pocos elegidos superando duras pruebas, tanto dentro como fuera del ring. El último escollo para la gloria se llama Tavoris Cloud.

El norteamericano, apodado ‘Thunder’ (Trueno), tiene un palmarés inmaculado, sólo conoce la victoria y, en 19 ocasiones de 23, nunca espera al postre de los puntos. Considerado entre los tres mejores de la división, junto con Dawson y Hopkins, representa el mayor reto en la carrera de Gabriel Campillo, a quien se le considera ‘un tonto más al que patear el culo’, según Cloud.

Pero tengamos en cuenta varios puntos: Campillo representa a una generación de españoles, mejor preparados que nunca, que han tenido que ganarse la vida y demostrar su valía lejos de sus hogares. El ‘Chico guapo’se proclamó campeón de la Unión Europa venciendo en Dinamarca al local Lolenga Mock, y arrebató el cinturón mundial al argentino Hugo Hernán Garay en su casa.

También sabe defender con éxito, sin atracadores cerca, lejos de nuestras fronteras, como bien sabe el uzbeko Beibut Shumenov. El factor cancha no es determinante para Campillo o, desde luego, no es algo negativo para él. Boxeador de mundo que vence campeones. Algo de lo que Cloud todavía no puede presumir, ya que su corona estaba vacante cuando la hizo suya en 2009.

Bien es cierto que, desde entonces, nadie se la arrebata. La pegada es su característica. Es un leñador. Pero Campillo es un esgrimista. Veloz y técnico, el jab será su principal aliado en el duelo mundialista. Medir los tiempos, no enredarse en la corta y media distancia. Dejar que corra el aire. Estará bien aleccionado por los profesionales del “Maravilla Team”, sus nuevos preparadores.

Su determinación le ha dado, de nuevo, esta gran oportunidad, con los mejores medios a su alcance y en el teatro principal de este deporte en el mundo. Lo que haga esta noche tendrá mayor transcendencia que todo lo anterior. De su parte lo ha puesto todo, ahora, las cuerdas serán las que juzguen y esperemos que, esta vez sí, sean ellas las únicas que dicten veredicto. El boxeo le debe una.

¿La codicia en el boxeo es buena?

Gordon Gekko, personaje encarnado por Michael Douglas en la ochentera ‘Wall Street’, opinaba que la codicia era buena, que era lo que motivaba a seguir adelante y ser mejor. De esta filosofía parece comulgar el mandamás de Top Rank y, casi por extensión, del boxeo. La mayor y más poderosa promotora del mundo se encuentra bajo la batuta de un octogenario.

Bob Arum sigue siendo vivaz y enérgico en la dirección de sus negocios, la edad no pasa por su despacho. Puede presumir de haber promovido 25 peleas del gran Alí, más que nadie, con lo que estamos ante un árbol con las raíces profundas y bien asentadas. También se ‘enfrentó’ en múltiples ocasiones con el controvertido Don King, enemigo o amigo según la cantidad de ceros.

Su codicia le ha llevado a ocupar el trono que habita actualmente, pero sigue sin estar saciado y, lo que es peor, no comparte ni las sobras. Él se ocupa de programar las carreras de sus boxeadores para obtener de ellos el máximo rendimiento económico. Todo legítimo. El problema es cuando, por culpa de sus propios intereses, el deporte y sus verdaderos protagonistas se ven perjudicados.

El ejemplo de Miguel Cotto es curioso. El boricua, terminado su contrato con Top Rank, decide ser agente libre, y su primera pelea sin Arum será la más lucrativa de su carrera, ante Floyd Mayweather. Dentro del duro empresario se esconde un tipo aparentemente sensible y rencoroso, o al menos eso se deriva de sus actuaciones con personas que han trabajado para él.

Esta situación hace que no quiera negociar con Mayweather o que sea reticente a estrechar relaciones con su gran rival en los despachos, Golden Boy Promotions, dirigida por Oscar De La Hoya. Ambos antiguos clientes de Bob. Su gran estrella es Manny Pacquiao, quien viene de enfrentar a JM. Márquez y ahora se programa ante Timothy Bradley. ¿Saben quién les promociona?

Todo queda en casa. Gekko también decía aquello de ‘negocios son negocios’, aludiendo a la frialdad en su ejecución y a la total reclusión de sentimientos. Quizás esta parte la olvide Arum, pero sus refriegas personales están deshidratando el negocio que le ha dado de comer, alejando a los aficionados y frustrando a los deportistas. Ya se sabe, a veces, la avaricia rompe el saco.

Mucho ruido y pocas nueces

El próximo 5 de mayo Floyd Mayweather regresará, tras su polémica victoria ante Víctor Ortíz, para examinar al redimido Miguel Ángel Cotto, crecido tras su desquite con Antonio Margarito y liberado de los tentáculos legales de Bob Arum. El boricua defenderá su título superwélter de la AMB en la que será su pelea más fructífera, económicamente hablando.

Secundando este encuentro, se realizará un combate entre el ayer y el mañana, entre Shane Mosley y Saúl Álvarez.  ‘Sugar’ cumplirá un año desde su última actuación ante Manny Pacquiao, en la que parecía significar el punto y final a su carrera sobre el tapiz. Pero no. Regresa para examinar el nivel real de una estrella en ciernes que quiere tomar su lugar.

El mexicano tiene delante el mayor reto de su carrera, ya que nunca se ha enfrentado a alguien de la categoría y currículo del norteamericano. Defenderá su título superwélter del CMB, al que parte de su éxito debe. Noche de superwélters por tanto, noche de buen boxeo ya que nos encontramos transitando en una de las divisiones más nebulosas y activas de la actualidad.

Pero, ¿qué aportarán estas peleas a sus protagonistas? ¿Y al boxeo? Las respuestas son claras. Dinero y nada, respectivamente. Será un buen día de paga ya que estos eventos moverán, a buen seguro, una ingente cantidad de dinero dado el renombre de sus protagonistas, pero desde el punto de vista deportivo, no parece que vayan a crear ningún nuevo ingrediente.

Mayweather eligió a Cotto porque lo de Pacquiao no cuajó, por ahora, y era lo mejor que encontró disponible a su gusto. La idea de retomar rivales que el filipino despacha parece tener cierta influencia en la decisión de Floyd. Por otro lado, ‘Canelo’ se enfrenta a un hombre de 40 años, en horas bajas y que rehuyó la confrontación con el omnipresente ‘Pacman’.

Aquél encuentro resultó más amistoso que oficial, con Shane ofreciendo ‘la mano’ en cada round en un gesto que parecía susurrar ‘seamos amigos’. De vencer el mexicano, logrará una gran pieza para su muestrario, pero adquirido en rebajas por liquidación. El 5 de mayo habrá buen boxeo, pero sin más emoción que la de confirmar lo esperado y que los promotores cobren lo suyo. Dinero fácil.

Hernández y Cunningham dieron primera gran pelea del año

El 1 de octubre del año pasado, la controversia bañó al nuevo campeón del peso crucero de la Federación Internacional de Boxeo (IBF) al lograr su título en una pelea detenida en el sexto asalto por un corte en su ojo, siendo las cartulinas las que cantaban a su favor en aquel momento. Parecía que lo mejor del combate estaba por llegar, pero nadie lo pudo ver. Este pasado sábado tuvo lugar la revancha. Ambos querían dejar las cosas claras.

El campeón cubano, Yoan Pablo Hernández, se enfrentaba por segunda vez al único hombre que venció a todos los actuales campeones de las otras organizaciones, Steve Cunningham, quien quería demostrar que aquella funesta velada de octubre fue sólo mala suerte, llegando a la contienda con el convencimiento de recuperar el título que todavía consideraba suyo.

Choque de trenes. Lo que empezó con unos minutos de tanteo y precaución, acabó por convertirse en un duelo por la supervivencia, alcanzando su punto álgido y dramático en el cuarto asalto, cuando el estadounidense es derribado en dos ocasiones, con el final preparándose para subir al ring. Pero un campeón, como bien sabe Cunningham, es aquel que tras la caída se levanta.

No sólo eludió un cercano tercer derribo, que podría ser fatal para sus intereses, si no que terminó lanzando algún golpe certero a su oponente, calmando sus arremetidas y recordándole que no firmaría tan fácil, ni tan pronto, su finiquito esa noche. Fue un gesto de orgullo y rabia que la afición supo corresponder al sonar la campana. Perdió el asalto pero la pelea aún estaba en marcha.

Ambos boxeadores dejaron todo sobre el cuadrilátero, siendo muestra de la agonía las bocaradas de aire que tomaba Hernández en la última ronda, como pez fuera del agua, esperando que todo terminase y poder apreciar su obra: haber podido doblegar a un vigoroso rival, al que se le atragantó su condición de zurdo, en una lucha entre colosos que supone el mejor inicio para esta nueva temporada que empieza.

Sin emoción no es lo mismo

El vigente campeón del peso medio del Consejo Mundial de Boxeo se enfrentaba este pasado sábado a Marco Antonio Rubio en otra defensa de su cinturón que prometía ser más disputada que las anteriores. Al menos eso se deducía de las palabras de los protagonistas en los días previos a su encuentro pugilístico. Las palabras se las lleva el viento.

Pura promoción. Y es que no se puede querer “cerrar la boca” a alguien, tal como dijo ‘Veneno’ Rubio , si luego se sale tan cortés y callado ante tu rival. Una vez más la palabrería queda en el olvido y la realidad, o aquella que nos quieren vender, se muestra en su forma original, respaldando o rebatiendo predicciones. Esto ya es viejo, pero se conserva muy bien.

No hay que quitar méritos al vencedor, Julio César Chávez Jr, quien se mantiene en línea ascendente es su programado proceso de maduración como boxeador y cada vez se ve con más posibilidades para afrontar grandes retos. Ya es hora, es el campeón. Tras despachar a su compatriota, en un momento de enardecimiento, el ‘hijo de la Leyenda’ mostró sus tres posibles opciones.

Cotto, Margarito o Martínez. El primero estará ocupado preparando la mayor pelea de su vida, curiosamente la primera sin el tutelado de Bob Arum, el segundo es el favorito y la última opción, es eso, su última opción. Sería la pelea más complicada pero, también, la que más respeto y legitimidad le aportaría a su carrera. Tristemente, eso no le importa a su promotor.

De previsible final pero con algo más de emoción, fue el Nonito Donaire vs Wilfredo Vázquez Jr en la misma velada que la anterior. La diferencia estuvo en que el teórico perdedor trató de zafarse de la etiqueta que tenía colgada para esa noche. Tal vez por una lesión en su mano izquierda, Donaire lució a media luz, aún derribando a Wilfredo en una ocasión, permitiendo que su contrincante realizase un buen trabajo pese a la derrota.

El filipino suma títulos a medida que pierde fuelle,a tenor de lo visto en sus últimos encuentros. Esperemos volver a enardecer con las cualidades del mejor ‘Filipino Flash’ en su siguiente reto, mostrando lo que le hace diferente y ser considerado como uno de los mejores libra por libra.

No sería justo olvidarnos del mejor combate del fin de semana, Hernández vs Cunninghan II, todo una muestra de ambición cubana y orgullo estadounidense.