26 jul 2016

Inocencia interrumpida

Rubén Nieto y Nicolás González han conseguido ganar su propio espacio en cualquiera de las más selectas hemerotecas del boxeo español. Una pelea tan emocionante e intensa que tardará en ser igualada y, aún más, olvidada. Y la verdad es que por los primeros compases y mayor parte del combate, parecía que habría nuevo campeón .

El inicio de Nicolás González fue excelente, sin mostrar vértigo alguno ante la altura del reto. Salió con la claridad y contundencia acostumbradas. Al mal tiempo, Nieto puso buena defensa. Bien cubierto, evitando errores y aprovechando algún espacio que Nico pudiera dejar. Y es que el aspirante, a medida que tomaba confianza descuidó ese apartado.

Tras anotarse los dos primeros asaltos, fue derribado en el tercero. Por primera vez vivió en carnes lo que sufren la mayoría de sus rivales. Este hecho condicionó todo lo demás. Un boxeador tiene que ser un excelente gestor de crisis. Saber resolver cada problema con la misma celeridad con la que llegan. En esto resultó más eficaz Rubén Nieto. Pero la referida caída de Nico supuso el fin de las estrategias.

Pese a estar dañado, no optó por agarrarse y arañar segundos vitales. No buscó recuperarse. En su mente solo estaba seguir pegando, que allí no había pasado nada, que aquello no fue más que un pequeño accidente. En un acto memorable de esfuerzo, ambos se enfrascaron en constantes intercambios en una guerra abierta en la que el más curtido sobrevivió.

Nieto nunca perdió por KO, su única derrota fue ante el excampeón de Europa y exaspirante mundial Michele Di Rocco, y en su hoja de servicios figuran victorias por títulos continentales en Bélgica e Inglaterra. Conoce el sabor de su sangre y la resistencia de su cuerpo. No se puede menospreciar.

Quizás una mejor dosificación de Nicolás González le hubiera dado el campeonato. Dañó al campeón, lo derribó y aún así fue noqueado. Tal vez la falta de experiencia para lidiar con situaciones extremas fue la clave que marcó la diferencia. Con mimbres tan buenos, pocas veces una derrota puede ayudar tanto a mejorar a un boxeador.

Con 33 años, Rubén Nieto volvió a demostrar lo que es la grandeza, cómo caer y levantarse, porque ambas hay que saber hacer. En los últimos combates su rendimiento está dando los mejores frutos y promete no quedar aquí. Posiblemente los ingleses volverán a cruzarse en su camino europeo. Mucho van a tener que sudar.

19 jul 2016

El talento encuentra premio

El pasado 16 de julio, Eloy Iglesias se proclamó campeón de España del peso ligero ante el canario King Daluz, defensor del título. Iglesias venció en su Zaragoza natal, ante 1.000 aficionados.

Hace un par de años, compartí una pequeña lista con 5 de los mejores españoles menores de 25 años. Toda opinión es discutible, pero curioso fue el hecho de que uno de los nombres más cuestionados de ese artículo fue el de Eloy Iglesias.

Sus condiciones innatas para el boxeo lo convertían en un púgil prometedor. Pero el talento bruto es solo uno de los ingredientes necesarios a desarrollar para alcanzar el éxito. Cuestionado por su profesionalidad -discutida por bajas y lesiones de última hora que hacían dudar sobre su fiabilidad a la hora de organizar un evento-, Eloy Iglesias no recibía el crédito esperado.

Su momento más destacado fue el nulo firmado ante Daniel Rasilla -diciembre de 2011- quien venía de disputar el campeonato de Europa y alzarse con la corona superligera de la Unión Europea. De nuevo confirmaba ser un joven de destacado juego de piernas y veloces manos que apuntaba alto.

Pero su carrera no terminaba de despuntar. Mantenía cierta actividad pero con rivales que no ofrecían ni fomentaban un salto de calidad. Iglesias es de ese tipo de deportistas que se crece ante los grandes retos y se achata en los menores. Tal vez ello explique la irregularidad en su desempeño.

En 2014 solo pudo pelear una vez. Parecía que uno de los boxeadores más completos de nuestro país se desinflaba sin remedio. Un año después mantuvo cierta actividad con un par de peleas. Pero 2016 ha sido su regreso a lo grande. De perdidos al río.

Dos campeonatos de España. El primero, por el cetro superligero, ante el pegador Nicolás González, al que muchos evitaban. Iglesias, fiel a su estilo, supo controlar con técnica la dinamita madrileña y dominó los primeros asaltos. Pero la falta de actividad se vio reflejada en una merma física que supuso su fin en el 8º asalto.

Ante King Daluz, por el campeonato ligero, el físico no sería problema. Con el extra de pelear en casa, la presión del local no le permitía defraudar a su gente. De nuevo mostró su repertorio y buen hacer, firmando un entretenido choque que terminó antes de lo debido por un inoportuno choque de cabezas. Huele a revancha.

De este modo Eloy Iglesias, en su día el más joven en estar en la selección con 16 años y el más joven en debutar en el campo profesional con 18, alcanza la cima del boxeo español tras años de titubeos y dudas. En su mano -y mente- está la posibilidad de convertir este éxito en un escalón de subida o en continuar con una sinuosa trayectoria.

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