Chávez Jr. y la soledad de la caída

El ahora excampeón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), Julio César Chávez Jr, ha visto cómo su figura se desmoronaba en un solo fin de semana. Tras una de las defensas más flojas de los últimos tiempos de no ser por ese golpe final y la consecuente pérdida de su corona ante Sergio Martínez, ahora sale a la luz un positivo por consumo de marihuana. Una ventana para la evasión.

El velo que cubría las intimidades del mexicano ha caído tras la derrota y salen a la luz datos que, si bien algunos intuían, ahora se confirman. La controversia no es ajena al ‘Hijo de la Leyenda’. Ya fue sancionado por dopaje, detenido por conducir ebrio, acusado de no realizar test antidoping… digamos que nada de lo que ahora ocurre coge a nadie de susto.

Es más, los más cercanos a Chávez Jr se lo temían. Su padre dijo que no trabajó como debió ser, por eso se le vio lento y amarrado. Freddie Roach, supuestamente uno de los mejores entrenadores del mundo, afirmó estar muy decepcionado con su pupilo porque lo dejaba plantado y quedaba a entrenar en su casa. O ni eso. El resto del equipo no habla por miedo al despido.

Sabiendo esto los que lo rodean, conociendo que no estaba apto para la batalla, ¿por qué lo permitieron? ¿Se puede considerar como estafa al público? Aún así, Roach está dispuesto a seguir preparándolo, eso sí, ‘a la primera indisciplina, recojo mis cosas y me voy’. Y profetiza: ‘si Chávez Jr. me hiciera caso, noquea a Martínez en seis’. Que fácil es hablar ahora.

Parece que Chávez Jr es un chico atrapado por su apellido y su entorno. Mucha presión. Un hombre que quizá no encuentre en el boxeo su mayor pasión. Este no era su mundo, lo empujaron a el. Su indisciplina puede ser consecuencia de esa esquiva motivación para el noble arte. Pero hasta ahora no había problema. Cuando las cosas salen bien, todos sonríen y aplauden.

Salvo su padre, los demás ven en él sólo un producto. Un chico con buenas maneras para el pugilismo, hijo de Julio César Chávez y con el mismo nombre. Bingo. Qué más da que no entrene ni tenga la conducta propia de un profesional mientras genere billetes. La cultura del usar y tirar. Es momento para reflexionar y tomar decisiones. La siguiente victoria para Julio debe ser fuera del ring.

“Canelo” pide pimienta

Una nueva demostración de poder por parte de Saúl Álvarez sirvió para enseñar al mundo del Boxeo que se encuentra a un gran nivel, preparado para grandes retos. Josesito López, quien dio la sorpresa hace pocos meses con su rompedora victoria ante Víctor Ortiz, fue una caricatura que no supo, ni pudo, afrontar este encuentro. Le cortaron las alas en su meteórica progresión.

Pero todo tiene matices. Josesito es un buen peso superligero, que subió a welter ante la oportunidad de enfrentarse a ‘Vicious’ Ortíz en junio y que ahora, de nuevo, volvió a ganar kilos para encarar al Canelo en superwelter, su estreno en esta división. Como pueden suponer, nada bueno puede haber en subir tanto en tan poco tiempo. Pero donde su cuerpo no llegaba lo hacía su corazón.

Múltiples veces fue derribado y otras tantas se levantó. Para Álvarez fue poco más que una sesión de sparring de alto nivel con la que lucirse ante los espectadores con sus rápidas y efectivas combinaciones, su fuerza y su profesionalidad. Nada le distrajo para esta pelea. Ni los posibles rivales de primer nivel con los que le emparejan, ni el combate entre su compatriota Chávez Jr. y Sergio Martínez.

El mismo día y a la misma hora, dos grandes eventos boxísticos en la misma ciudad. Los organizadores tuvieron que quedar con la cabeza tranquila… tiene delito la cosa. Como iba diciendo, Canelo muestra que ya es hora de pelear con gente de más nivel. Al menos del nivel que se le presume a la gran promesa mexicana, que ya es campeón del Consejo Mundial y suena entre los mejores libra por libra.

Casi nada. Rápidamente sale de su boca el nombre de Floyd Mayweather, el hombre que todos quieren, más que por lo deportivo, por lo económico. Pero para pedir cuentas al rey, primero hay que tratar con otros. Hay gente interesante, como Cornelius Bundrage, pero sus 39 años no ayudarán a quitarse el san benito de ‘mataviejitos’ que tiene el de Jalisco.

James Kirkland, que ya sonó pero una lesión y/o desacuerdos económicos lo alejaron. Y qué me dicen de firmar al vencedor de alguna de estas próximas peleas: Vanes Martirosyan vs Erislandy Lara o Austin Trout vs Miguel Cotto. En este abanico debe moverse la elección. Basta de paripé. Porque, como dijo ‘Maravilla’, queremos volver a creer en el boxeo, donde un campeón debe pelear con cualquiera.

'Maravilla' acaba con la farsa

Por fin tuvo lugar el combate que todos esperaban. Julio César Chávez Jr y Sergio Martínez se dejaban de palabrería y se enfrentaban sobre el cuadrilátero para devolver la legitimidad al campeonato del peso medio del Consejo Mundial, ya que cinturón de campeón absoluto sólo hay uno, por muchos diamantes y ornamentos que se quieran colgar en otros.

Martínez parecía algo más arrogante en la previa, provocador, con variedad de gestos y excitación poco comunes en su ser. En realidad ya había iniciado la pelea con su rival. Y funcionó. Chávez Jr salió como un cordero temeroso a la expectativa de ver por dónde le va a hincar el diente su presa. Se debía a su falta de confianza, como él mismo confesó más tarde.

El veterano volvía a ganarle la partida al joven. Dando una clase de movilidad y gran uso de la distancia, Martínez era dueño y señor del encuentro, y eso no le hacia sino aumentar la seguridad en sí mismo. Tanto que se desvió por momentos de su particular estilo para detenerse a intercambiar con ‘El hijo de la Leyenda’, cabeza con cabeza. No le convenía, pero se sentía invulnerable.

De vez en cuando, Chávez conectaba alguna mano firme, pero su falta de continuidad le restaba competitividad. Lento, sin ideas, trataba de perseguir al mareante ‘Maravilla’ que revoloteaba y picaba a su alrededor una y otra vez. El último asalto, sorprendentemente, empezó igual que los demás, con dominio argentino. Pero Martínez cometería un error que pudo ser fatal.

Confiado en su rotunda victoria, Sergio infravaloró al mexicano, parándose a fajarse con él a modo de mostrar que también puede superarlo en ese aspecto tan chicano. Craso error. Una buena izquierda del Junior lo desestabilizó y una serie de golpes precipitaron su caída. Vuelco de corazones. Aturdido, logró sobrevivir los segundos suficientes para evitar la debacle.

Un árbitro más nervioso podría haber parado el encuentro, un rival más efectivo podía haberle finalizado... no fue el caso. Otro púgil de Freddie Roach que muerde el polvo. Problemas de entrenamiento, peso, concentración…muchos pueden ser los pretextos, pero hay quien lo tenía claro.‘Ganará Martínez porque es mejor que Chávez Jr’, predicción de Ignacio Beristáin.

El huracán Ward se desata

Andre Ward, el nombrado mejor púgil de 2011, despachó a otro rival de alto nivel en la categoría que gobierna de manera espectacular.

Boxeó, dominó y despachó al complicado Chad Dawson en 10 asaltos. Esta victoria no sólo le consolida como uno de los mejores de su categoría sino como uno de los mejores del mundo. Hay quien hasta lo considera el número uno libra por libra.

Movilidad, gran variedad de recursos, velocidad… todos esos fundamentos son dominados y desarrollados con gran maestría por Ward. El apodado como S.O.G. (Son of God) quizá sí que tenga algo de sobrehumano. Cuando el siempre profesional Steve Smoger dio por finalizada la pelea lo hizo con el consentimiento del propio Dawson, que quería acabar con aquella tormenta.

Alguien que tiene en su historial victorias ante Bernad Hopkins, Glen Johnson, Antonio Tarver o Tomasz Adamekfue superado por su rival en todos los aspectos. El descenso desde la división semipesada a la supermedia le sentó mal. Ni su mayor estatura ni alcance fueron obstáculos para un Ward superlativo que por fin termina una pelea antes del tiempo estipulado ante un rival ‘top’.

¿Ahora qué? Su dominio es tal que poco le queda por ofrecer en la división. Un campeón auténtico, nacido de la confrontación entre los mejores, que debe marcarse nuevos retos a partir de ahora. Tiene 28 años, está invicto y todavía le queda cuerda para rato. Tenemos ante nosotros un tipo que puede marcar historia. Por lo pronto, puede codearse con los mejores de hoy en día.

¿Quién es mejor que él en este preciso momento? ¿Floyd Mayweather?, un maestro del ring pero que pelea una vez al año ante rivales meditadamente seleccionados; ¿Manny Pacquiao? quien se encuentra en aparente descenso en su rendimiento desde la discutida victoria ante Juan Manuel Márquez y su polémica derrota ante Timothy Bradley; ¿Sergio Martínez?,a quien en pocos días veremos ante el mayor reto de su vida frente a JC Chávez Jr.

Tal vez el argentino sea un interesante rival para Ward de salir victorioso ante el ‘Hijo de la Leyenda’, o el propio mexicano estaría bien viendo su facilidad para ganar peso. En fin, no vamos a perdernos más en estos juegos de boxeo-ficción. Parece que quiere subir de división. De dar ese paso, veremos si en ella mantiene todas esas cualidades que lo hacen único. Un luchador llamado a tener su propia página en el boxeo.

Una serie de pesadas desdichas

Que la división pesada no se encuentra en su mejor momento no es ninguna novedad. El férreo dominio de la familia Klitschko y la ausencia de algún aspirante con serias opciones de terminar con este absolutismo, o al menos de ofrecer una contienda igualada, hacen que el interés en la categoría reina del boxeo sea muy inferior al alcanzado hasta no hace mucho tiempo.

Lo acontecido este pasado sábado en Moscú muestra, con cierto toque de guasa, cómo anda la situación actual. Magomed Abdusalamov, ruso, con 16 combates en su historial, todo victorias y todas antes del límite (10 de ellas en el 1º asalto, nunca pasó del 4º) se enfrentaba al veterano Jameel McCline de 42 años. Primer asalto, primera sorpresa, el local besa la lona.

Algo no previsto por el gentío que se convocaba entorno al ring. Todo quedó en un susto. En el segundo round el ruso se mostró más activo y no se sabe cómo, alcanzó a McCline, quien se desplomó para no levantarse más. La realización de TV no se dignó a mostrar repetición alguna de la caída. Un remake malo del célebre golpe fantasma de la clásica Ali vs Liston II.

Terminado el encuentro, McCline cojeaba ligeramente. Aparentemente volvió a tener la misma mala pata que en su disputa por el título mundial ante el gigante Nicolai Valuev en 2007, donde se lesionó y tuvo que abandonar en la 3ª ronda. Tras este extraño suceso tuvo lugar el trámite estrella de la noche, en el que nadie esperaba otra cosa que una nueva victoria de Vitali.

El mayor de los Klitschko venía de una trabajada victoria ante Dereck Chisora, uno de los rivales que más batalla le presentó y que puso en duda si los años y lesiones de Vitali le empezaban a pasar factura. Manuel Charr no parecía un tipo que fuese a incordiar demasiado y así lo confirmó desde el principio, siendo un objetivo asequible y estático para los puños del ucraniano.

Uno de ellos provocó un corte en su ceja derecha que por feo incitó al árbitro a declarar directamente el final del combate en el 4º, no permitiendo a la esquina del alemán ningún intento de remendar aquello. Final sinsustancia para un encuentro que apuntaba a monólogo ucraniano. Una noche llena de despropósitos pesados. Ya se sabe que a perro flaco, todo son pulgas.

El australiano inmune a los jueces alemanes

Daniel Geale superó todos los obstáculos imaginables para coronarse como nuevo bicampeón mundial de boxeo. Si coronarse rey ya de por sí es complicado, más lo es si para conseguirlo se debe vencer a un alemán en su tierra natal y a los puntos. El gran Felix Sturm exponía por 14º su cinturón de la AMB, aquel que arrebató en combate de revancha a nuestro ‘Lince de Parla’.

De aquello hace algo más de 5 años. Ahora en una dura batalla de unificación con el titular de la FIB, el actuar como local parecía algo más que favorecedor. Geale no se amedrentó, sabía que eso no siempre era definitivo. Peleaba por segunda vez fuera de Australia, de nuevo en Alemania, donde el año pasado venció en decisión dividida al germano Sebastian Sylvester.

El demonio de Tasmania salió muy activo y veloz, dispuesto a incordiar todo lo posible a un temporizador Sturm que esperaba para contragolpear y aprovechar cualquier hueco en la defensa de su rival. Pero la tormenta alemana no conectaba con frecuencia, limitándose a ráfagas contundentes que le permitían contrarrestar la gran actividad de su enérgico oponente.

Era un combate difícil de puntuar. O no, pues cualquiera que se seleccionase como ganador del asalto tendría un buen manojo de argumentos para justificar tal decisión. La contienda avanzaba y se convertía en un continuo toma y daca, sin dominador claro. Geale disparaba con ambas manos y Sturm cargaba con su punzante jab. Todo apuntaba a que los jueces resolverían la disputa.

Es decir, confirmar a Sturm como campeón. Pero no. Las caras al término del combate adelantaban el resultado final. Los alemanes aguardaban con nerviosismo y ansia, como el estudiante que espera obtener un bendito aprobado en un examen complicado. La esquina australiana celebraba su gran actuación. CuandoMichael Buffer nombró a Geale como ganador, el silencio fue sepulcral.

Compartida o no, su victoria no es polémica, hizo méritos para ella. Lo extraño es cómo, en una pelea igualada, se puntúa 116-112 para Sturm y 116-112 para Geale. Últimamente los jueces parecen no favorecer a los favoritos, véase el robo a Pacquiao y ahora esta sorpresa en casa de Sturm. Hechos que, por lo casual de los mismos, no dejan de ser llamativos. Complicada labor la suya.

Algo pasa con Proksa

Grzegorz Proksa, uno de los púgiles más talentosos y llamativos del panorama europeo e internacional, caía de forma estrepitosa este pasado sábado, en su primer intento de hacerse con un título mundialista absoluto. El campeón kazajo Gennady Golovkin, menos vistoso pero más ortodoxo, liquidó al aspirante en 5 asaltos no sin antes hacerle probar el tapiz hasta en 3 ocasiones.

Para alguien que nunca fue derribado, tuvo que ser duro. El polaco, apodado como "Super G", vio como su estilo desgarbado y peculiar era desarticulado por un rival que simplemente se limitaba a ser lo más puritano que se puede ser en el boxeo. Sin nada de otro mundo lo desarboló de forma insultantemente sencilla. La cuestión era saber en que ronda caería de forma definitiva.

Era difícil esperar un resultado tan contundente. La enjundia de ambos insinuaba una batalla igualada, pero el dominio de Golovkin impregnó todo el combate. El campeón de la Asociación y Organización mundiales mostró su poder de manos en tierras estadounidenses, con el escaparate de lujo que ofrece HBO. Tipo duro dentro del ring y sencillo fuera, quiere pelear con los mejores.

En su categoría o en la superior. Sabe que a sus 30 años lo mejor está por llegar y no lo debe desaprovechar. Por su parte, Proksa debe superar este revés. Su única mancha hasta el momento era ante Kerry Hope, un buen peleador británico del cual se vengó más tarde al noquearlo en 8 en su propia casa. Curiosamente ha perdido 2 de sus últimos 4 combates, todos realizados en el presente año.

Tras su espectacular demolición de Sebastian Sylvester, verdugo alemán de Javier Castillejo, da la sensación de que el polaco se atraganta en su afán de querer deborar la gloria demasiado deprisa. El que fuera un brillante amateur con un record de 130 victorias por una sola derrota, luce estancado en su estilo, no muestra una evolución o mayor consistencia en su juego.

Un tipo con su talento debe mostrarse más inteligente sobre el cuadrilátero. Muestra gran corazón cuando a punto de ser noqueado sigue atacando o que siempre se levanta tras ser derribado. Un polaco de sangre caliente. Todo ese potencial debe ser bien aprovechado. Su esquina debe mejorar este asunto si quiere alcanzar mayores cotas. No obstante, en EEUU ya le echan el ojo.