14 feb 2021

Prevaricación y repugnancia

Y otra vez. Sergio ‘Maravilla’ Martínez definió bien la nueva injusticia cometida con uno de los nuestros: “Esto es malo, no ya para Kiko sino para el boxeo”. Otra más. Kiko Martínez era apaleado por los oficiales ingleses tras un excelente desempeño ante Zelfa Barrett, quien, ni de lejos, sumó un triunfo tan claro como muestran las puntuaciones. Ya está bien.
Kiko Martínez y Zelfa Barrett
Foto: Dave Thompson
Cuando los jueces dictan sentencia a sabiendas de su injusticia, se llama prevaricación, y puede –debe- terminar con un castigo de inhabilitación durante un tiempo determinado. Quienes ante un combate igualado ven la victoria de uno de los contendientes por 118 a 111, no solo deben ser ingresados de urgencia en la planta de oftalmología, también merecen ser exiliados lejos de cualquier recinto pugilístico.

No se puede consentir este insulto constante, esta falta de valoración de los méritos del boxeador visitante, esa obsesión por grabar en piedra la máxima de “si peleas fuera, o noqueas o te roban”. Los jueces, tal vez, por intereses que caben en una cartera o querer granjearse las simpatías del promotor local, barren para casa sin pudor.

Pero en esta ocasión, hasta el poderoso Eddie Hern, en un ataque de honestidad encomiable y delante de su propio boxeador, no pudo ocultar el sonrojo: “Creo que 118-111 es totalmente repugnante para Kiko Martinez. Fue una pelea muy apretada. (…) Si ha perdido, ha sido por uno o dos asaltos. ¿Cómo vamos a traer boxeadores de fuera si sacamos estas tarjetas?”.
Ojala estas palabras no se las lleve el viento y se concreten en una revancha inmediata. Kiko, que a sus 34 años muestra un estado de forma magnífico, dio la talla ante un desbordado Barrett, de 27 años y mayor tamaño, que veía cómo el menudo y rocoso español le complicaba la vida con su velocidad, presión y acertada táctica, hasta límites inesperados.

El alicantino comentaba hace unos meses que no era estúpido y sabía que le quedaba año y medio para competir dentro del ring. Y a fe que está tratando de exprimir al máximo el tiempo que le queda. Solo se puede estar orgulloso de lo que representa este hombre para el boxeo español, por su grandeza, deportividad y pundonor dentro del ring, y su discreción y humildad fuera de él. Es el Iniesta del boxeo.

Duele cómo sus últimas grandes actuaciones no son lo suficientemente reconocidas por culpa de resultados adulterados. Ya sabemos lo ingrata que es Inglaterra –como ante Josh Warrington-, pero esto pasa de castaño oscuro. Esperemos que se comience a revisar la designación de jueces y cómo elaboran las puntuaciones, para que dejen de parecerse más a tarjetas de bingo que a un análisis ponderado de profesionales.

En definitiva, y por el bien de todos, confiemos en que el clásico Horacio siga teniendo razón al afirmar que la justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera.

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