28 mar 2013

Omar Chávez, el otro hijo de la Leyenda

Crecer en el boxeo a la sombra de un padre legendario es difícil, pero lo es más si también te cubre la de un hermano. Omar Chávez venció a Pablo Vásquez en dos asaltos, tratando de relanzar una carrera que no termina de despuntar. Tiene un talento, motivación y profesionalidad similares a su hermano, pero sus caminos son distintos. “Sueño con cosas grandes. Quiero ser un gran boxeador, si no, me dedicaría a otra cosa”.

Las malas lenguas hablaban sobre su gusto por las discotecas, las mujeres y pasearse en coches de alta gama con la música a todo trapo. Su niñez fue todo lo feliz que el dinero le pudo conseguir: “Mi papá nos compraba todos los juguetes que quisiéramos. En Navidad todo el primer piso de una casa grandísima estaba repleto de regalos”. Pero la enfermedad no le fue ajena y la sufrió desde bien pequeño.

“No tuve mucho tiempo para disfrutar mi infancia. La viví enfermo en los hospitales: tuve meningitis y estuve a punto de morir a los cinco años”. Pero todavía, años más tarde, viviría un acontecimiento tan trágico que le marcaría de por vida: “He pasado por momentos difíciles, como el divorcio de mis padres, o el más difícil de todos: la muerte de Marco Nazareth. ¿Fui culpable, qué hice?”.

En la noche del 18 de julio de 2009, un Omar de 19 años y con acné, vencía por TKO en 4 asaltos a Nazareth, de 23, quien fue trasladado inconsciente al hospital para nunca más despertar. Esta fatalidad provocó un terremoto en su mente y aunque siguió combatiendo y ganando, el desasosiego siempre acecha. “Fue algo que nunca imaginé. Me afectó mucho. Me sentí muy mal, triste, confundido, con muchas preguntas”

Pero algunas cuestiones no tienen respuestas. El riesgo del boxeador siempre está ahí aunque no lo veamos o lo infravaloremos. En lo deportivo, su bestia negra ha sido Jorge Paez Jr, hijo de otro mito mexicano, quien le propinó sus dos únicas derrotas, ambas a los puntos. La superioridad como boxeador de Páez fue patente en sendos encuentros, mostrando estar más cuajado como luchador que Chávez.

Omar, como su hermano, no destacan por una gran técnica o movilidad, su principal baluarte es la pegada. Su apellido les proporciona el crédito necesario para contratar los servicios de los mejores especialistas y atraer el interés del público, pero sobre el ring el boxeador se queda en calzones. Es cierto que apellidarse Chávez vende, si además te llamas Julio César, las ventas se multiplican. Esa es la principal diferencia entre ambos.

La carrera de Julio ha sido mejor cuidada que la de su hermano menor quien además, tuvo que lidiar con los crueles avatares del destino y pese a ello sigue luchando por forjarse un nombre propio. Pero es de ley reconocer que Julio, también con problemas extradeportivos, ha superado sucesivas pruebas: ha vencido a aspirantes mundiales, se ha coronado campeón e incluso le dio el mayor susto de su carrera a ‘Maravilla’ Martínez. Al César lo que es del César.

19 mar 2013

Tim Bradley baja al barro

Con Timothy Bradley se da la absurda situación de que por ser declarado injustamente campeón ante Manny Pacquiao por unos jueces con serios problemas visuales, o con servicios a precio asequible, se le cargó toda la culpa, pidiendo poco menos que renunciase al título y se disculpase. Las molestias aumentaron cuando su próximo encuentro no sería ante una primera figura famosa.

El elegido fue el ruso Ruslan Provodnikov, quien lleva peleando en Estados Unidos casi toda su carrera y a quien algunos no veían lo suficientemente atractivo. Benditas equivocaciones. La contienda resultó todo un gusto para el aficionado, una batalla intensa y constante, de continuos intercambios y cuya duración no parecía que iba a llegar a los doce asaltos. Todo ello aderezado con su pizca de polémica.

Las cosas empezaron fatal para Bradley o quizá todo lo contrario, depende cómo se mire. Porque el hecho de que el árbitro no contabilizase caída alguna es algo digno de estudio y a destacar por lo condicionante que esta negligencia terminó siendo para el resultado final. Pero el espectáculo fue de tal magnitud que toda esta controversia pareció quedar en un segundo plano.

Aunque no sería justo hablar de un ‘perdedor’. Bradley es un tipo más técnico que, tal vez motivado por los dimes y diretes sobre su triunfo ante Pacquiao, la puesta en duda de su campeonato y algunos comentarios sobre lo poco atractivo de su boxeo, quiso probar emociones fuertes y mostrar su versatilidad. Así se entienden esos intercambios suicidas y el poco uso de su movilidad al inicio.

Quedó demostrado que sabe dar espectáculo y que posee un muy buen encaje, bien testado por las bombas rusas de Ruslan. Boxeador perteneciente a esa hornada de peleadores del este de Europa que basan su éxito en su potencia física y pesadas manos, este no es el típico hombre de hielo. Busca a su rival, bromea, saca la lengua, muerde al oler la sangre… esa precipitación le impidió finiquitar a su rival en apenas unos minutos.

Incluso en el último asalto pudo rematar la faena si lograse un poco de temple a la hora de entrar a matar. Pero las fuerzas ya eran un recuerdo y el tiempo languidecía. Perdió la pelea pero ganó mucho más. El afortunado Bradley puntuó con su estilismo y Ruslan con su poder. No se hará, pero era digna una segunda entrega. Si otros llevan 4 o 5 con calzador, esta ¿por qué no?

11 mar 2013

Histórico Hopkins, pero con matices

El combate entre Tavoris Cloud y Bernard Hopkins pasará a la historia por su significado: la proclamación de un campeón de 48 primaveras, quien ya se ha coronado siete veces en su carrera. El encuentro no fue el más vistoso ni mucho menos, algo habitual en las peleas de Hopkins, pero tenía una carga especial por lo que podía suponer y por las ‘ganas’ que aparentaban tenerse ambos contrincantes.

El tema psicológico es algo que domina ‘El Verdugo’ y una vez más pudo comprobarse en este encuentro, ya que Cloud parecía combatir con el freno de mano echado o bien no tenía más velocidades ni sangre en las venas. El asunto es que si no se sale a darlo todo, sobretodo cuando tu única superioridad es la juventud, aumentan exponencialmente las posibilidades del viejo Hop, lo que unido a sus artimañas de viejo zorro, le acercan la victoria considerablemente.
Y así fue. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Un veterano con una forma de luchar tan personal como incómoda, obtiene un nuevo título que le permite renacer una vez más. Historia viva de este deporte. El hecho, por histórico que sea, nos muestra lo especial de la situación actual. Alguien de 48 años que destituye a un invicto campeón de 31 es algo extraordinario y peculiar. Pero todo tiene sus matices.

Desde ese invicto que no lo es -no hace falta recordar el atraco que sufrió Gabriel Campillo-, hasta las posibilidades que permite la actual organización del boxeo, donde existen 4 campeones por categoría. Chad Dawson (quien por cierto destronó a Hopkins), Beibut Shumenov y Nathan Cleverly, eran junto con Cloud las posibles elecciones de Bernard. ¿Qué organización iba a negarle la oportunidad, pudiendo sacar unos cuartos con su nombre?
Porque hoy en día la figura de Hopkins sigue vendiendo. Y él bien que lo aprovecha. Ante un panorama con tantos y tan mediocres campeones que hacen la guerra por su cuenta y para los que unificar es más difícil que llegar a Marte, Hopkins campa a sus anchas. Su talento, gran profesionalidad y mentalidad ganadora, unido a todo lo anterior, hacen posible que vivamos momentos tan ‘históricos’.

¿Posible encuentro con Andre Ward? Está muy por encima del Hopkins de hoy. El tamaño sería clave ya que ‘The Executioner’ es más alto y de mayor alcance, lo que unido a sus triquiñuelas de perro viejo le dan alguna opción. Veremos lo que duran las aventuras de este campeón legendario, ejemplo de superación, fe y constancia. En resumen, victoria para un Hopkins de 48 años pero, ¿también para el boxeo?

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