Y Cotto fue una china en el zapato de Floyd. La pelea más exigente para el ‘Money’
en años, resultó vibrante y entretenida. El boricua, fiel a su método, presentó
batalla desde el primer asalto con su estilo firme y guerrero, propio de un
boxeador de gimnasio, resultado de horas y horas de entrenamiento, sacrificios
y amor propio que, junto a sus atributos físicos, hacen de él un muy duro
rival.
A esos ingredientes Mayweather
le añade su componente secreto. Ese elemento que marca la diferencia, el que
le permite erigirse por encima de los demás. En este encuentro el ‘Pretty
Boy’ eligió un estilo de pelea diferente al habitual. Le vimos fajador,
haciendo vida entre las cuerdas, sin rehuir el intercambio. Combatiendo a Cotto en su propio terreno, lejos del
acostumbrado.
La sangre brotó de su nariz. Mayweather pudo sentir que su aura de grandeza no siempre le
convierte en intocable. Pero no perdió la sonrisa. Miguel lo
buscaba una y otra vez, sin ceder terreno, sin descanso, pero dosificando sus
embestidas. Es otro desde su redención ante Antonio Margarito, o mejor dicho, es el Cotto de siempre pero liberado mentalmente, sin el estigma que lo perseguía y atosigaba.
Pero cuando te enfrentas a alguien que tiene el don de
convertir lo difícil en sencillo y realizarlo de forma excelente, poco se puede
hacer. Y es que dio la sensación de que la pelea discurrió como pretendía Mayweather. Quería probar otra forma de
pelear, así lo hizo. Quería quedarse en las sogas, así lo hizo. Y en todo
momento con una sensación de control al alcance de muy pocos… en la historia.
Cotto se marcha
elogiado, pero nadie discute su derrota. Que el justo perdedor sea aplaudido por
presentar batalla dice mucho acerca del ganador. Y es que estamos ante una
figura legendaria, que lleva al boxeo a otro nivel, tanto en lo deportivo como
en lo mediático o económico. Floyd
Mayweather Jr es leyenda viva del boxeo y nosotros espectadores de lujo.
Disfrutemos el momento.
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